Los riesgos de viajar arrejuntados.

Las Tribulaciones de Mariola Po - Capítulo III


     Esta vez he tenido suerte, el del asiento de al lado es un viejecito muy mono que para mí que es la primera vez que se sube en un vehículo de tracción no animal porque está como cagado de miedo, va tieso con los ojos salidos, tiene un tono de piel tirando a verde riesgo y las manos amoratadas de tanto agarrar el respaldo de enfrente.

-Relájese hombre que no pasa nada, éste es de los modernos y tiene airbás y sistema de protección lateral y...

     El hombre me manda a hacer puñetas a mí, a su hijo por irse a vivir tan lejos y al jodido inventor de estos cacharros que a saber qué oscura intención le inspiró que no fuera otra que la de matarnos en grupo como borregos.

     Bueno, de templado no luce pero comparado con la señora de la otra vez que se quedó dormida y soltaba unos bufidos por ronquidos que tenían alterados los reflejos del conductor e iba pisando el freno al son impar... Así nos pegamos tres horas de viaje que más bien parecía una procesión con parada de Pascua: un pasito pa' alante y medio pa' atrás. Me duró el ritmillo del candombe en las piernas tres días, madre.

     Y hablando de candombe eso me recuerda al pobre Paco. Me saqué un novio vasco mulo como un tanque. No se apure madrecita, que si no se lo conté es porque me duró tan poco que ni me dio tiempo...


No hay comentarios:

Publicar un comentario