Hombre roto.

Las Tribulaciones de Mariola Po - Capítulo XV


     El corazón se me secó y el tiempo se encargó de poner cada cosa en su sitio. Al Rigoberto le dio un yuyo en plena faena y se lo llevaron las fulanas al hospital en una postura bastante ridícula. Tardaron dos semanas en reanimarle, para entonces estaba yo a su lado alelada, sin voluntad propia, sin vida. Y él me miraba con la sonrisa imbécil del niño travieso pillado in fraganti. Entró el médico y cantó las cuarenta con tono aséptico y socarrón:
-Agotamiento físico y mental en extremo, deshidratación avanzada, de buena te has salvado, chaval. ¡Ah! Se me olvidaba, de la pinga olvídate, a no ser que te la quieras poner de corbata.
     El Rigoberto dio un salto, se buscó y no se encontró y con la mandíbula desencajada me miró aterrado a los ojos.

     Eso me devolvió a la vida y de golpe y porrazo se me borró cualquier sentimiento que pudiese albergar por él, me levanté y me fuí sin tan siquiera decirle adiós.

     Ah no, madre. Yo aguanto cualquier cosa menos a este hombre inútil, si no me sirve para qué lo voy a querer, venga dígamelo usted, se pegó la vida padre mientras yo le lloraba y ahora que es un pañuelo roto lo tengo que aguantar, pues que se espere sentado, por pendejo.

     Dicen que ahora se gana la vida como educador sexual en la asignatura de ética en un colegio, frustrado como un perro por haber agotado de un tirón lo que la vida le había dado para gozar.



7 comentarios:

  1. La frustración de Rigoberto...y la de tantos otros jaja pero es cierto, un hombre inútil es algo imperdonable...y de fondo Nina Simone. COMO ME GUSTA!!!!!!!
    besos

    ResponderEliminar
  2. Si es que todo hay que dosificarlo, Mariola, y este pendejo de Rigoberto nos salió muy bravo: todo de golpe.
    Creo que estuvo bien dejarlo a su albur, que un tipo tan joven y sin pito, no es buena inversión. El abandono, además, se lo ganó a pulso con su afición a los prostíbulos.

    Sigue genial, divertido y bien escrito.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Uf, he procurado, texto a texto, ponerme al día. Y en ese camino, me he reído (cosa por la que ya debo impagable gratitud), he disfrutado, y se me han pasado por la cabeza una cuantas reflexiones que naturalmente no voy a contar porque el blog no es mío. Sí que está claro que para la protagonista los hombres somos apaños temporalmente útiles pero con poco entendimiento de la vida real.Es verdad, que la testosterona nos juega malas pasadas pero a veces no nubla del todo la corteza cerebral, créeme.
    En fin, por no extenderme, un placer pasar por aquí y sigo pendiente de tan insólitas aventuras.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Por cierto, Mariola, que está muy bien que aquí el capítulo sea "Hombre roto". Se lo merecía el Rigoberto, que en el anterior volvió el "Mundo roto" para nuestra querida protagonista.
    Abrazos domingueros.

    ResponderEliminar
  5. Gracias Isabel, y es que el destino se muestra implacable. No cabía título más descriptivo que éste. Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  7. la justicia es lo de menos, de quedarse ni hablar. ..

    un beso

    ResponderEliminar